El Príncipe Feliz, cuento de Oscar Wilde.

Leímos en grupo, por párrafos. Leí nuevamente para todos. Otro día releyeron individualmente. 
Los chicos renarraron:

a) A. C.: Había una vez un príncipe feliz que se murió y una golondrina que lo ayudó (...), agarró un rubí y se lo dio a una señora; dos ojos: uno para una chica y el otro a un señor que hacía teatro; y su piel (del príncipe), a unos chicos que vivían en un callejón. Y el Príncipe Feliz murió y la golondrina murió y las calles parecían de plata bien pulida.


b) I. de G.: Un día una golondrina volaba hacia Egipto, pero era de noche, así que buscó un lugar para descansar y encontró una estatua y se durmió en los pies, y cuando le cayó una gota de los ojos en todo el cuerpo, se mojó y entonces subió a la estatua. La que lloraba era la estatua porque estaba triste.
   La estatua le pidió a la golondrina que se quedara con ella para ser su mensajera, para darles a los pobres lo que necesitaban: comida y casa. Cuando la golondrina terminó este trabajo, supo que se tenía que morir, y cuando cayó a sus pies muerta, la estatua del Príncipe Feliz sintió un "crac" en su interior, y eso era su corazón de plomo, que se había partido en dos. Cuando el alcalde lo vio, lo derritieron y pusieron a la golondrina muerta en las cenizas de la estatua. Dios le pidió a uno de sus ángeles que los vaya a buscar.

c) S. G.: Había una vez una golondrina que quería ir a Egipto, pero no quería porque se enamoró de un junco, pero el junco comenzó a coquetear con brisa, entonces la golondrina se puso celosa y se fue. Voló todo el día y cuando se hizo de noche, llegó a la ciudad. La golondrina estaba buscando un lugar para dormir, encontró una estatua y se fue a descansar allí, pero antes de que pueda acomodarse, le cayó una gota en la cabeza. La golondrina miró hacia el cielo, no vio ni una nube y se volvió a acomodar, pero le cayó otra gota y miró hacia arriba y vio una estatua. La golondrina le preguntó quién era. Él era el Príncipe Feliz. El Príncipe estaba en un pedestal muy alto y podía ver toda la tristeza de la ciudad. El Príncipe le preguntó si la golondrina podía ser su mensajera. La golondrina, como tenía un buen corazón, lo ayudó. El Príncipe le dijo que ayude a los pobres con sus diamantes y oro.
   La golondrina se estaba muriendo por la nevada y entonces, con la poca fuerza que le quedaba, fue hasta el Príncipe Feliz, se despidió y se murió.
   Dios le pidió a un ángel que trajera las dos cosas más lindas de la ciudad. El ángel le trajo el corazón de plomo del Príncipe y la golondrina muerta.